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¿Qué implica Bitcoin en El Salvador cuando el 70% de su economía es informal?

El Salvador dio la nota durante la semana pasada, toda vez que en la Conferencia Bitcoin 2021, el irreverente presidente Nayib Bukele anunció su intención de adoptar Bitcoin como moneda de curso legal en el país.

Hasta ahí todo se escucha muy bien, y sitúa a Bukele en el selecto grupo de las personas disruptivas e innovadoras que van contra la corriente. Pero realmente, ¿Qué implicaciones tiene hacer de una criptomoneda que no tiene ningún respaldo institucional y cuyo uso no es generalizado, la moneda oficial de un país entero?

Vamos por partes…

 

El Bitcoin 101

 

Bitcoin es una moneda digital que se creó en enero de 2009. Se basa en las ideas expuestas en un documento técnico elaborado por un misterioso programador bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto. 

La identidad de la persona o personas que crearon la tecnología sigue siendo un misterio. Bitcoin ofrece la promesa de tarifas de transacción más bajas que los mecanismos tradicionales de pago en línea y, a diferencia de las monedas emitidas por el gobierno, es operado por una autoridad descentralizada.

Bitcoin es solo uno de los múltiples tipos de criptomonedas que existen hoy en día. No hay bitcoins físicos, solo saldos mantenidos en un libro público al que todos tienen un acceso “transparente”. Todas las transacciones de bitcoins se verifican mediante una enorme cantidad de potencia informática, pero rastrear su origen o a sus dueños es casi imposible. 

Los bitcoins no son emitidos ni respaldados por bancos o siquiera tutelados por gobiernos (antes del de Bukele). A pesar de que no es una moneda de curso legal en la mayor parte del mundo, Bitcoin es muy popular y ha desencadenado el lanzamiento de cientos de otras criptomonedas, denominadas colectivamente altcoins. 

 

¿Qué es considerado dinero y qué implica que el Bitcoin sea moneda oficial?

 

Antes que nada es importante decir que las instituciones y los gobiernos han pasado décadas tratando de conformar un sistema que proteja el dinero de las personas, y que haga que ellas no deban preocuparse por corridas bancarias o robos informáticos a sus ahorros. 

No es poca cosa. Esa paz mental y ese nivel de estructura y seguridad, no ocurren de la noche a la mañana. Esto es importante porque esas son algunas de las cosas de las que carece Bitcoin. 

Como nos recuerda Julio H Cole, dos de las funciones específicas del dinero son: a. Servir como medio de intercambio, y b. Servir como reserva de poder adquisitivo. ¿Qué implica cada una de ellas?

La primera es de una relevancia descomunal, porque el dinero es dinero en tanto que es el medio de intercambio generalmente aceptado. Es decir, que como sucede con el dólar, tú podrás sacar un dólar en cualquier parte del mundo y vas a obtener algo a cambio, ya sea moneda del país en el que te encuentras, servicios, o bienes. 

La aceptabilidad es el determinante fundamental del dinero. Bitcoin como otro tipo de monedas sin reconocimiento oficial, no es aceptada generalmente, y de hecho, su uso es muy apetecido para los cibercrímenes por la opacidad y la falta de sistema de regulación en el que ha nacido y opera. 

La única característica del dinero que podría satisfacer el Bitcoin es la de servir como reserva de la valor. Si guardas tu dinero en un banco hoy, ese dinero valdrá menos que si lo guardas invirtiéndolo en Bitcoin, ya que la moneda cotiza ahora mismo en cerca de 36.000 dólares cada una.

Pero ese dinero se verá sujeto a una volatilidad extrema, ya que al depender estrictamente de las expectativas y rumores, ese valioso precio que mantiene el valor de dinero que has invertido puede hacerse humo con la misma velocidad con la que se publica un tweet. Algo que no sucede con el respaldo institucional de los Bancos Centrales, quienes a su vez amparan a la banca privada.

 

Implicaciones en El Salvador

 

Consideraciones políticas aparte, el paso de Bukele sin duda es innovador. Su decisión supone que un país centroamericano se sitúe a la vanguardia siendo la primera nación del mundo que reconoce y utiliza formalmente Bitcoin como moneda de curso legal. 

Es cierto que la idea original de todas las criptomonedas era desarrollar un sistema financiero alternativo, pero hasta este anuncio la transición de Bitcoin como una simple inversión, a convertirse de pleno derecho en una moneda de curso legal, era todavía un trabajo en progreso. El Salvador quedará para siempre como la nación pionera en esa ruta. 

Ahora, las implicaciones a largo plazo de esta legislación son obviamente muy difíciles de pronosticar, pero hay algunos elementos que deberían ser parte del debate. Una vez que el entusiasmo, completamente justificado, en torno a esta noticia se asiente, la realidad de implementar esta idea pasará a primer plano. 

Desde una perspectiva técnica, el problema no es tecnológico, ya que la tecnología funciona bien. Los principales problemas serán los relacionados con la mentalidad de las personas de un país en vías de desarrollo, y con la implementación, jamás probada, de una política financiera sin precedentes que este cambio debe conllevar.

En un contexto en donde “el 70% de la economía en el país es informal, es difícil imaginar que se incorporará al sistema bancario y de tributación a tantos ciudadanos, meramente porque ahora pueden utilizar Bitcoin” (Cota, Arroyo, EL PAÍS). Muchos negocios informales y pequeños no tienen la capacidad de adaptarse tan rápido como para comenzar a recibir bitcoins de inmediato, y la población de escasos recursos va a necesitar una amplia capacitación sobre el tema.

 

Empleo informal como porcentaje del empleo total en El Salvador.

 

Además, en una región en donde el acceso a internet sigue siendo muy bajo, sin duda es complicado pensar que las personas se adaptarán fácilmente a una moneda 100% digital, con complicadas interacciones en línea. “El Salvador es el segundo (país) de América Latina y el Caribe con menor penetración de internet con una cobertura del 45.02 %, es decir, 45 de cada 100 hogares” (Alemán, EL MUNDO).

 

Número de usuarios de internet por país en América Latina en 2021.

 

Otra implicación a considerar es que hacer una transición a Bitcoin conlleva el riesgo potencial de sufrir inflación u otras externalidades económicas negativas. La magnitud de esto simplemente no se sabrá hasta que todo se ponga en marcha. 

También está el hecho de que El Salvador había adoptado previamente, de la noche a la mañana, el dólar estadounidense como moneda de curso legal, algo que complica la situación, ya que según se dice, ambas monedas van a convivir. 

Por último, hay una preocupación justificada sobre el impacto ambiental de Bitcoin a largo plazo, dada la cantidad ingente de energía que se requiere para minar esta moneda. La intención de Bukele es que estas complejas operaciones de programación se lleven  a cabo cada vez más en el país, cuya infraestructura eléctrica no es la mejor de la región. Ello tendrá un costo adicional. 

La apuesta de los salvadoreños es arriesgada, y su desenlace de pronóstico reservado. Solo el paso de los meses dirá cuál es el saldo real de este experimento. Lo que sí está tan claro como el agua es que El Salvador ha entrado a la conversación mundial y a territorio inexplorado por la puerta de enfrente. 

 

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