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Tres oportunidades para la Sostenibilidad y Desarrollo en Centroamérica

La sostenibilidad es una preocupación creciente en el mundo, ya que los recursos naturales están cada vez más amenazados como resultado de la acción humana. Los impactos negativos que el hombre provoca sobre la naturaleza son cada vez más evidentes. La contaminación, la destrucción de hábitats, la acumulación de desechos sólidos, y la rápida disminución de la biodiversidad son solo algunos de los ejemplos de problemas ambientales generados por la acción humana en la actualidad.

En ese contexto, una de las palabras más utilizadas hoy en día para hablar del medio ambiente y los impactos negativos que provoca el hombre es sostenibilidad, término que tiene las más variadas acepciones. En Biología, por ejemplo, se relaciona con la capacidad de los ecosistemas para recuperarse de la agresión humana e incluso del propio medio ambiente. 

La sostenibilidad también suele usarse en conjunto con la palabra desarrollo y, en este caso se refiere a formas de evitar el agotamiento de nuestros recursos naturales al mismo tiempo que se logran satisfacer las necesidades de la población actual. Este tema es particularmente importante para Latinoamérica, ya que según un informe del Banco Mundial, cerca de 17 millones de habitantes en América Latina corren el riesgo de ser desplazados por los efectos del cambio climático en 2050. 

Particularmente vulnerable es entre ese grupo de países la realidad a la que se enfrentarán los países centroamericanos. Según lo destaca el informe, “Es probable que el cambio climático contribuya al estrés económico y social y se convierta en un factor creciente que empuje a la migración, especialmente para los agricultores pobres en Centroamérica, que componen el 30% de la población activa”

Por esa razón, es necesario abordar en profundidad, desde la academia, las instituciones públicas, y el sector privado, los retos y las oportunidades que implica una mayor sostenibilidad para el desarrollo de Centroamérica. 

La imposibilidad de alejarse de un escenario global complejo

A diferencia de otras partes del mundo, la economía centroamericana ha logrado a lo largo de los años crecer a tasas aceptables. A pesar de estar inmersos en un contexto incierto y turbulento de cara al último semestre de 2022, se espera un crecimiento de 2.3% para el conjunto de América Latina y el Caribe. Si bien son previsiones a la baja, siguen siendo mejores que en muchas otras latitudes. 

Sin embargo, ese crecimiento continuo no ha representado una mejora en la distribución del ingreso o la reducción de la pobreza. En la economía de la mayoría de los países del subcontinente no hay desequilibrios fiscales o déficits comerciales graves que corregir, salvo los retos derivados del propio camino hacia el desarrollo, y de la inauguración de una nueva etapa de incertidumbre para los estratos más desfavorecidos, en la que una pandemia primero, y el encarecimiento de la energía y los alimentos después, han profundizado las condiciones de la pobreza. 

Medio Ambiente, Sostenibilidad y Crecimiento económico en Centroamérica
En Centroamérica, desde la perspectiva del consumidor la preocupación y atención se centra en el tema del «medio ambiente». La visibilidad del tema de Sostenibilidad aún es baja. Fuente: ILB, análisis de 382,400 conversaciones digitales.

Desde el advenimiento de la pandemia de Covid-19, la guerra de Ucrania, y la escalada de los precios, las economías desarrolladas han demostrado también, además de turbulencias en sus sistemas monetario-financieros, una importante desaceleración del crecimiento, que se proyecta hacia el futuro con preocupante aumento del desempleo y deterioro del marco social. 

De ahí el primer gran desafío del crecimiento regional: mantener las economías en la senda del desarrollo ante este escenario global desfavorable, a través de inversiones enfocadas en ampliar la infraestructura productiva y la diversificación social e industrial, aunque de una manera sostenible. Hacerlo así implica aprovechar la riqueza de los recursos naturales al tiempo que se cuida el impacto sobre los mismos. En ese sentido, será clave adoptar un enfoque de crecimiento nuevo, que se base en prácticas distintas.  

La hoja de ruta: abonar en el desarrollo sostenible

El septiembre de 2015, los líderes mundiales trazaron en el marco de la Cumbre de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas, una serie de objetivos globales bautizados como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que tenían la finalidad de erradicar la pobreza, proteger el planeta, pero sobre todo, asegurar la prosperidad para las poblaciones del mundo como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible a nivel mundial. 

Dichos objetivos contemplan el desarrollo sostenible como un modelo de crecimiento económico, social y político que está en armonía con el medio ambiente. Esto significa que es necesario hacer un uso racional de los recursos naturales para que sea posible satisfacer las necesidades de la sociedad actual, pero sin que exista un compromiso con la disponibilidad de estos mismos recursos para las generaciones futuras. 

En Centroamérica, el tema de sostenibilidad se percibe y observa con esperanza. En un comparativo de sentimientos entre «desarrollo económico» y «medio ambiente», la sostenibilidad es el tema con la mayor cuota de sentimiento positivo (31.1%). Fuente: ILB, análisis de 382,400 conversaciones digitales.

Así es que, el desarrollo sostenible de Centroamérica debe tener como punto de partida acciones inspiradas en los ODS que estén dirigidas a tres pilares básicos: el medio ambiente, la economía, y el desarrollo social. Las acciones sustentables serán entonces aquellas que promuevan el uso equilibrado y racional de los recursos naturales de los países centroamericanos con el fin de preservar el medio ambiente, sin condicionar el crecimiento económico y en un contexto de estabilidad social y política.

La implementación práctica de estos principios no es unilateral, y depende en igual medida de la sociedad civil, las empresas y los representantes de los estados. Lo que está claro es que puede desarrollarse en conjunto, y que estas acciones van desde pequeños gestos cotidianos hasta proyectos o políticas públicas a gran escala.

Los retos de la sostenibilidad para Centroamérica

El mayor reto será pasar de un modelo de crecimiento basado en la inversión en los sectores tradicionales a uno que se centre en la inversión autónoma en industrias o infraestructuras críticas para la sociedad del futuro. Por ejemplo, en el sector energético o portuario. 

Las ganancias obtenidas supondrían una mejora en la distribución del ingreso y la expansión del crédito a nuevos empresarios que estén motivados por crear riqueza vinculada a las tendencias relacionadas a un modelo verde. La inversión autónoma en negocios que se vinculen con la transición energética, como proyectos enfocados en las energías renovables o nuevas formas de movilidad y transporte, deberían desplazar las fuentes de dinamismo de la economía centroamericana a niveles que no ha conocido hasta hoy. 

Para llevar a cabo esta transición, se requerirá un nuevo perfil de política económica. Su principal característica sería la ampliación del papel del sector público para asegurar mayores niveles de inversión, enfocados en infraestructura económica, ambiental y social. Esto requerirá tanto la acción estatal directa en realización y financiación de estas inversiones, como el apoyo, la asesoría, y el incentivo del sector privado.

A medida que aumenten la innovación y la competencia en los proyectos verdes, la sostenibilidad será una alternativa más accesible en los próximos años. Las economías de escala ya han permitido que las energías renovables se vuelvan populares a nivel global, y el potencial de los recursos naturales de los países de Centroamérica hace que esto pueda ser replicable también para ella, incrementando el potencial de la sostenibilidad ambiental y de otra forma de concebir el desarrollo. 

Los 3 grandes ejes temáticos en el tema de desarrollo sostenible en Centroamérica son: medio ambiente, sostenibilidad y crecimiento económico. Fuente: ILB, análisis de 382,400 conversaciones digitales.

Es decir que, la popularización de lo sostenible no solo jugará un papel importante en la reducción de las emisiones de carbono, sino que también trabajará para crear la sostenibilidad como una nueva fuente de riqueza que beneficie a las poblaciones, los gobiernos, y los pueblos de cada país.

Tres oportunidades para el desarrollo sostenible de Centroamérica

Con todo ello en mente, y tomando en cuenta que tarde o temprano los combustibles fósiles dejarán de utilizarse, todo el mundo deberá comenzar desde cero partiendo de un nuevo modelo industrial, y Centroamérica no partiría en total desventaja, ya que cuenta con algunos ejemplos que desde ya iluminan el camino para esta clase de inversiones: 

Transporte urbano limpio

La movilidad urbana es uno de los principales retos contemporáneos para las ciudades del mundo. Las regiones metropolitanas de Centroamérica concentran miles de vehículos que circulan diariamente por calles, avenidas y carreteras que están cada vez más saturadas, dejando una gran huella de carbono en el medio ambiente.

Ante este reto se plantean distintas iniciativas para descarbonizar el transporte. Guatemala lanzó en 2015 una iniciativa para mitigar y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de los vehículos. Costa Rica, ha sido también uno de los pioneros en ese sentido, gracias a que el Fondo Verde del Clima de la Organización de las Naciones Unidas aprobó recientemente una propuesta del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), para financiar el Proyecto del Tren Eléctrico. Si bien la iniciativa no fue aprobada por las autoridades del país, presenta oportunidades donde claramente hay una necesidad de cambio garantizado la movilidad con el menor impacto posible.

Esta clase de iniciativas servirán como modelo para otras tantas que pueden ir surgiendo en los distintos países. 

Adaptación al cambio climático y nuevas formas de producción

Es urgente repensar el desarrollo y la producción local en el contexto de un aumento de los riesgos asociados al cambio climático, así como preparar el terreno para la implementación de estrategias de gestión de múltiples riesgos interconectados. Esto es algo que ya existe y que el Sistema de Integración Centroamericana (SICA) ya ha implementado con la asesoría de la Agencia de Cooperación Alemana (GIZ).

Un proyecto presentado en 2021 en el Senado de la República Dominicana como la Ley que crea el Instituto Dominicano de Meteorología (INDOMET), iniciativa del senador Félix Bautista, son esfuerzos proactivos relacionados con la adaptación al cambio climático.

En Centroamérica y el Caribe, se han empezado a desarrollar iniciativas desde el sector público relacionadas con una mejor gestión de recursos para afrontar los retos vinculados con el cambio climático. En el caso de República Dominicana, las iniciativas relacionadas con «medio ambiente» se han vuelto fundamentales en la agenda legislativa de su senado. Fuente: ILB, análisis de 382,400 conversaciones digitales.

En una isla del Caribe, afectada anualmente por distintos fenómenos atmosféricos, relacionados a la temporada ciclónica se vuelve fundamental este tipo de iniciativas que fortalecen la continuidad del estado dominicano en los aspectos científicos y de desarrollo en el campo meteorológico, asegurando los recursos necesarios para hacer frente a las demandas de informaciones atmosféricas.

El proyecto Adáptate – Desarrollo Rural y Adaptación al Cambio Climático es otra iniciativa que tiene como objetivo que los ministerios nacionales, las administraciones regionales, el sector privado y la sociedad civil implementen medidas de manera coordinada para la gestión ambiental y la adaptación al cambio climático en regiones seleccionadas a través de tres campos de acción:

  • Protección Micro-Cuencas
  • Política ambiental
  • Adaptación de las Cadenas de Valor

Adicional a estos esfuerzos, también serán valiosas las acciones de campesinos como Joaquín Gutiérrez, el agricultor que convirtió sus tierras casi desérticas en el corredor seco de Guatemala en una huerta frondosa.

Generación de energía renovable

Además de tener un menor costo y ser limpias, las energías renovables contribuyen al desarrollo económico de infraestructuras críticas en los países, al impulsar empleos e innovación tecnológica en sectores como el de la energía. Es decir, que se tiene un menor impacto ambiental mientras se aporta a la economía con nuevas formas de producir. Todas buenas razones para situarlas como la mejor opción en materia de sostenibilidad.

En este rubro también es Costa Rica quien lleva ventaja, ya que según el Índice de Competitividad Internacional 2021 (ICI), publicado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), este país cuenta con la matriz eléctrica de mayor aporte renovable por séptimo año consecutivo con un 99,98%.

Países como Guatemala cuentan con un potencial de hasta 6,000 MW de energía hidroeléctrica y 1,000 MW de geotermia, aunque lamentablemente aún no lo aprovechan en su totalidad. Para el desarrollo de proyectos de energía solar, esta nación cuenta con un recurso importante, el cual tiene un valor anual promedio de radiación solar global de 5.3 kWh/m2/día.

Si bien la gestión de energía sostenible aún no es comparable con la de los países desarrollados, especialmente en relación al consumo de energía per cápita, se espera que todos estos indicadores aumenten en la próxima década.

El horizonte: hacia una economía circular 

El apoyo a proyectos en la dirección mencionada fortalece las perspectivas de avance hacia un nuevo modelo. Este estándar asociaría el desarrollo económico con el mejor aprovechamiento de los recursos naturales, a través de nuevas oportunidades de negocio y la optimización en la fabricación de productos. La idea es depender menos de materias primas vírgenes, priorizando insumos más duraderos, reciclables y renovables.

Una economía circular implica utilizar los materiales de forma cíclica para que no pierdan su valor en todas las etapas de producción, con el objetivo de reducir su extracción y aumentar su disponibilidad. Si los países que conforman Centroamérica se lo proponen, juntos tienen el potencial de revertir daños ambientales como el calentamiento global y la contaminación en el largo plazo, lo que protegería a sus poblaciones más vulnerables.. 

Al mismo tiempo, amparada en valores afines a la sostenibilidad como la ética, la transparencia, o el respeto por las poblaciones locales y el medio ambiente, Centroamérica contará con el potencial para generar ganancias económicas que contribuyan a la consolidación de una economía baja en carbono que compita de tú a tú con los países emergentes y desarrollados. 

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