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Un reciente estudio sobre el ecosistema de inversión en startups está desafiando las suposiciones tradicionales sobre cómo los inversionistas toman decisiones, revelando nuevos sesgos relacionados con el atractivo físico.
Los resultados sugieren que el atractivo físico de los inversionistas hombres puede influir en su nivel de riesgo financiero, así como en la forma en que responden a la apariencia de los fundadores de startups.
Inversionistas atractivos asumen más riesgo
Uno de los hallazgos principales del estudio indica que los inversionistas considerados físicamente atractivos tienden a asumir mayores riesgos al invertir en startups. Específicamente, estos inversionistas suelen destinar montos más altos a las empresas en etapa temprana.
El informe sugiere que esto podría estar vinculado a una mayor autoestima, un rasgo frecuentemente asociado a las personas percibidas como atractivas. Esta autoestima elevada alimentaría una mayor confianza, optimismo y tolerancia al riesgo, características que se consideran esenciales en contextos altamente inciertos como el early-stage investing.
Menos atractivos, más influenciables por la apariencia del fundador
Por otro lado, el estudio también encontró que los inversionistas percibidos como menos atractivos muestran una mayor sensibilidad hacia el aspecto físico de los fundadores. En estos casos, tienden a invertir más cuando el emprendedor es considerado físicamente atractivo, lo que podría explicarse a través de mecanismos inconscientes de comparación social.
Sin embargo, el análisis también reveló una dinámica interesante: cuando un fundador atractivo no cumple con los resultados esperados, estos inversionistas tienden a reducir su participación. Esto sugiere la existencia de un posible “efecto penalización por belleza”, donde el atractivo inicial genera expectativas más altas que, si no se cumplen, derivan en un juicio más severo.
Un enfoque poco explorado: el sesgo desde el lado del inversionista
A diferencia de otros estudios que se han centrado en los fundadores y el llamado “efecto halo”, esta investigación traslada la atención hacia el perfil psicológico y conductual de los propios inversionistas. Al enfocarse en 341 pares VC-emprendedor, todos hombres y en el sector tecnológico europeo, el estudio propone una nueva perspectiva sobre los sesgos que pueden influir en la asignación de capital.
Estos resultados abren la puerta a cuestionamientos profundos sobre el rol de los factores inconscientes en el proceso de toma de decisiones. ¿Hasta qué punto se toman decisiones estratégicas con base en elementos no racionales o incluso estéticos?
Reflexionar para invertir mejor
Más allá de lo llamativo de sus conclusiones, el estudio ofrece una oportunidad valiosa para reflexionar sobre la importancia de mantener procesos de selección de inversiones transparentes y estructurados. En un entorno donde la confianza y la percepción juegan un papel central, identificar estos sesgos invisibles podría ser clave para construir un portafolio verdaderamente racional y diversificado.
La investigación subraya la necesidad de que los nuevos gestores de fondos cuestionen sus propias motivaciones y trabajen activamente en la reducción de sesgos en sus procesos de inversión.