Personalidad

El informe DataReportal, publicado en el 2020 por We Are Social y Hootsuite, destacaba uno de los cambios drásticos que nos trajo la pandemia del coronavirus: el número de personas usuarias de internet y de redes sociales aumentó en más de 300 millones. A estos, se sumaron otros cambios asociados al consumo, por ejemplo, que se originaron en el confinamiento y que se han ido manteniendo.

Ahora, un estudio publicado hace unos meses por la revista PLOS ONE pone el foco en los pequeños cambios que se han producido en nuestra personalidad en los dos últimos años de la pandemia. Concretamente, señala disminuciones significativas en los rasgos que ayudan a gestionar las habilidades sociales, confiar en los demás, pensar creativamente o actuar de manera responsable, mayoritariamente entre los jóvenes. Unas alteraciones que se habrían puesto de manifiesto a partir del 2021 y que no se sabe si perdurarán.

Según la autora principal del ar­tículo, Angelina Sutin, profesora de Ciencias del Comportamiento y Medicina Social en la Universidad Estatal de Florida, los rasgos de personalidad pueden haber cambiado a medida que cambió el sentimiento público sobre la pandemia. «El primer año hubo una unión real […], pero en el segundo año, con el apoyo en descenso y una abierta hostilidad y agitación social por las restricciones, perdimos toda la voluntad colectiva que teníamos, y eso podría haber sido muy significativo para la personalidad»

Hay que tener en cuenta que los cambios de personalidad documentados fueron «pequeños, aunque significativos», ya que equivalen a los cambios normativos que se llevan a cabo en una década de vida, y que, de alguna manera, podrían explicarse desde la disminución en el bienestar que hemos vivido en este periodo marcado por la covid.

En cualquier caso, el impacto en nuestra personalidad (especialmente en los más jóvenes) es un hecho constatable, ya sea debido al estrés general, causado por la situación que vivíamos, o por la transformación de nuestros hábitos y rutinas. El alcance transformacional —y duradero e ir­reversible— de estos cambios, así como su dimensión y naturaleza, podremos evaluarlo con el paso del tiempo. Pero sí que ya sabemos que hay otro virus, el social. El que nos ha inoculado fragilidad, vulnerabilidad y provisionalidad.

Publicado en: La Vanguardia (24.11.2022)

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