La adopción del teletrabajo en la región se incrementó con la llegada de la pandemia, y ha mostrado un aumento sostenido a medida que las empresas optan por un modelo híbrido o permanentemente remoto.
Las políticas de contención para el Covid-19 han impactado de manera directa la forma de trabajar, pero en la región solo un subconjunto de trabajos ha tenido la opción real de llevarse a cabo totalmente en línea.
Según el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “Retos y oportunidades del teletrabajo en América Latina y el Caribe”, durante la pandemia, el teletrabajo ha permitido la continuidad de los negocios, y constituyó sin duda un salto inesperado hacia el futuro del trabajo, pero ha abierto una serie de desafíos para la región.
De acuerdo con las estimaciones de la OIT, en el segundo trimestre de 2020, 23 millones de personas de la región hicieron la transición al teletrabajo. Como en otras partes del mundo, esta modalidad surgió como un mecanismo para garantizar la continuidad del empleo y de determinadas actividades económicas.
A lo largo de 2020 esta clase de empleo se multiplicó por cuatro, y de acuerdo con otros estudios, cuatro quintas partes de las organizaciones globales aseguran que van a hacer más teletrabajo en los próximos años, así como que también buscarán acelerar la digitalización del empleo en general.
Los desafíos del teletrabajo para América Latina y el Caribe
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, en los países de América Latina y el Caribe, solo el 20% de los trabajos se pueden realizar desde casa, una situación que profundiza las preocupaciones sobre la resiliencia económica a nivel macro y micro durante el tiempo que la pandemia siga afectando al mundo.
Algunas de las causas son la baja conectividad y el pobre acceso a la tecnología, así como el alto porcentaje de actividades que se realizan dentro de la economía informal. Si bien los índices de conectividad alcanzan porcentajes del 90% en algunos casos, el rezago es aún evidente sobre todo en las áreas rurales.
La balanza sigue favoreciendo a los países con mayor PIB per cápita, ya que también tienden a tener una mayor proporción de teletrabajos. La mayoría de los países con un PIB per cápita superior a 30.000 dólares tienen una proporción de trabajos a distancia superior al 30%. Esto sugiere que los trabajadores de regiones en desarrollo pueden tener más dificultades para hacer la transición a este tipo de trabajos.
Para la OIT los retos a subsanar se encuentran en el área de la seguridad social, el cumplimiento de la jornada laboral, y el acceso a la formación laboral en nuevas tecnologías. El informe concluye que el diálogo entre gobiernos, empleadores, y trabajadores será clave para abordar estos problemas en el futuro cercano.
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