Inteligencia artificial: la innovación que avanza más rápido de lo que la sociedad puede digerir

Estos tres artículos, «Don’t be fooled. This is the calm before the AI storm«, de Megan McArdle en The Washington Post; «How AI is changing American jobs from teachers to nurses« en Bloomberg, y «It pays to use AI on the sly at work« en el Financial Times, me han hecho reflexionar bastante sobre el proceso de difusión de la inteligencia artificial como innovación.

La adopción de la inteligencia artificial no avanza al ritmo de su desarrollo tecnológico. Como señala McArdle, estamos en una especie de «guerra de broma» como la que recibió ese nombre entre 1939 y 1940, en donde la transformación es inminente, pero aún no se percibe de manera plena. La resistencia cultural, la falta de comprensión y la fuerte inercia organizacional ralentizan su integración efectiva en la sociedad.

El artículo de Bloomberg destaca cómo la inteligencia artificial ya está impactando profesiones como la enseñanza, la enfermería o hasta los analistas bursátiles, mejorando la personalización y eficiencia. Sin embargo, estas aplicaciones son aún bastante limitadas, y no han reemplazado completamente las funciones humanas, ni está especialmente claro que ese sea su objetivo final.

Por otro lado, el Financial Times revela que muchos empleados utilizan herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT de manera encubierta, debido a la falta de políticas claras y al temor de ser penalizados. Este fenómeno, conocido como «adopción en la sombra» o shadow AI, sobre el que ya comentamos anteriormente, puede llevar a riesgos como filtraciones de datos, usos inadecuados o dependencia excesiva de tecnologías aún imperfectas.

A medida que la inteligencia artificial se va integrando de manera más completa en sistemas robóticos completos, antropomórficos o no, su impacto se extenderá a trabajos manuales y operativos, tradicionalmente más difíciles de automatizar. Esto plantea desafíos significativos para una fuerza laboral que cuenta con defensas mucho menores, y va a requerir de una adaptación proactiva tanto por parte de las organizaciones como de los trabajadores.

La difusión de la inteligencia artificial como innovación está limitada no por la tecnología en sí, que evoluciona a gran velocidad, sino por la capacidad de la sociedad para asimilarla. Es esencial fomentar una cultura de aprendizaje continuo, establecer políticas claras y promover una adopción transparente y ética de la inteligencia artificial que comience desde las etapas más tempranas de la educación, como ya está ocurriendo en algunos países, para aprovechar plenamente sus beneficios y mitigar sus riesgos. Vista la experiencia con tecnologías anteriores como los smartphones, mucho me temo que no lo tenemos nada fácil.

Columna publicada originalmente en el sitio web de Enrique Dans.

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