Fomentar el acceso a financiamiento de las pymes: ¿Es hora de hacer cambios en la tasa de usura?

Por: Nicolás Villa, CEO de Platam

Las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) representan el corazón de la economía en Colombia, no obstante, hoy existe una gran paradoja: mientras se espera que estas empresas impulsen el desarrollo, generen empleo y contribuyan al crecimiento, se las mantiene fuera del sistema financiero con normativas que no consideran su realidad, siendo la tasa de usura una de las principales barreras. 

Por años, la tasa de usura ha sido vista como un mecanismo de protección. Su función original, proteger a los ciudadanos de condiciones abusivas en los créditos, es incuestionable, sin embargo, en la práctica, este límite rígido ha terminado excluyendo a los más vulnerables del acceso al crédito formal.

Hoy, la tasa máxima permitida para créditos de consumo se ubica en 25,62 % efectivo anual, y para microcréditos en 41,8 %. Aunque esta última cifra intenta reconocer el mayor riesgo de ese segmento, en la práctica sigue siendo insuficiente. Muchas Mipymes operan sin historial bancario, sin activos fijos o garantías, en sectores con alta informalidad o con flujos de caja variables. Para ellas, los créditos formales resultan inaccesibles.

La tasa de usura, en su forma actual, impone un tope rígido a los intereses y deja por fuera del sistema a negocios que presentan un riesgo alto o que no tienen historial crediticio. Además, los créditos que sí se aprueban suelen estar atados a requisitos complejos o garantías costosas. 

Esta situación ha dejado un vacío que las fintech están comenzando a llenar. En Platam, por ejemplo, ofrecemos financiamiento con descuentos que oscilan entre el 1 % y el 3 % mensual, ajustadas según el perfil del negocio y evaluadas con criterios modernos, como el historial transaccional con proveedores o la solvencia de los clientes. 

La pregunta que deberíamos hacernos no es si se debe eliminar la tasa de usura, sino cómo replantearla. ¿Es razonable aplicar un solo límite a sectores con realidades tan distintas? ¿No debería la regulación permitir una mayor flexibilidad, diferenciando según segmento o perfil de riesgo? ¿No es hora de fomentar la competencia y la innovación en lugar de limitarlas?

No se trata de desregular, sino de regular mejor. Porque cuando las Mipymes pueden financiarse con agilidad y seguridad, toda la economía se beneficia. Y ese, al final, debería ser el objetivo de cualquier política financiera.

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