Interesantísimo artículo en Harvard Business Review, «The U.S.–India relationship Is key to the future of tech«, al hilo del hito que supone que la población de India supere por primera vez a la de China, convirtiéndose así en el país más poblado del mundo.
Con respecto a China, India es un país lleno de desafíos y en una fase de su crecimiento sensiblemente más baja que su vecino del norte, pero con un detalle muy importante: una fuerte enemistad derivada de conflictos fronterizos que se prolongan en el tiempo y que han llevado, entre otras cosas, a la prohibición de numerosas aplicaciones chinas, incluyendo la popularísima TikTok.
Un país enorme y muy diverso, con conflictos internos derivados precisamente de su diversidad y del separatismo de algunas regiones, que tiene en los Estados Unidos a su principal socio comercial y que está viendo cómo la guerra comercial de ese país con China le favorece a la hora de incrementar esos intercambios: Apple, por ejemplo, está trasladando progresivamente plantas de ensamblaje al sur de la frontera, en donde encuentra una razonablemente buena flexibilidad y disposición para ello.
En realidad, las buenas relaciones entre los Estados Unidos e India provienen de los ’90, la década en la que el subcontinente comenzó a insinuarse como un actor importante en la industria global de subcontratación de tecnología. En un país con una importantísima vocación por la educación proveniente de tiempos inmemoriales, el crecimiento de la educación técnica a través de los Institutos Indios de Tecnología en los ’50 y los ’60 dio lugar a una gran cantidad de profesionales capacitados adiestrados en un entorno tremendamente competitivo, fundamentalmente en diversas ramas de la ingeniería.
Con una oferta de mano de obra cualificada elevada, costes muy bajos y con el inglés como idioma compartido, India se convirtió en el lugar ideal para empresas multinacionales con demanda de subcontratación de sus servicios tecnológicos. Ese crecimiento dio lugar a todo un ecosistema de empresas emergentes, mientras numerosos emigrantes indios a los Estados Unidos eran además capaces de protagonizar carreras profesionales enormemente exitosas y de generar una gran reputación para los profesionales de origen indio.
En 2010, India acumulaba ya una fuerte presencia de compañías de SaaS que funcionaban como alternativas de bajo coste para empresas de tecnología en otros países, y con una creciente producción de compañías tecnológicas exitosas. En mi universidad, la presencia de estudiantes indios como grupo fuertemente representado y capaz de superar los duros requisitos de admisión es muy habitual desde hace ya bastantes años.
Un país con numerosos claroscuros tanto en el ámbito de lo político, con una democracia frágil con tendencia a abusar del corte del acceso a internet en partes de su territorio, con numerosos conflictos sociales y con cierta afición por establecer sistemas de control con escasas garantías democráticas, y sobre todo, en lo medioambiental: el país ha sido de los últimos en establecer sus objetivos de cara a los Acuerdos de París, es un brutal consumidor de petróleo, sometido a una fortísima deforestación, y sus problemas cíclicos de escasez de agua lo convierten, decididamente, uno de los mayores candidatos para sufrir en algún momento un apocalipsis climático.
Por otro lado, está experimentando un fuerte crecimiento de sus vehículos eléctricos no en automóviles, sino en categorías de dos y tres ruedas, tiene importantísimos yacimientos de litio, y se ha dado cuenta del importante papel que la energía solar descentralizada puede jugar en sus entornos rurales. No es mucho, pero como mínimo, permite albergar cierta esperanza.
Sin duda un país con marcadas diferencias frente a Occidente, pero que seguramente resulta mucho más «aceptable» que China, en muchos sentidos. Entender el papel de India en el futuro de la tecnología – y de la geopolítica en general – es, a estas alturas, fundamental.
Publicado en enriquedans.com (18.04.2023)