En Latinoamérica hay muchas personas que quieren solucionar los problemas climáticos, económicos, o de salud de sus comunidades. Lo veo continuamente, fundadoras y fundadores que usan inteligencia artificial para mejorar el acceso a la salud, emprendedores que regeneran suelos en comunidades rurales, startups que ofrecen herramientas financieras para quienes nunca habían sido tomados en cuenta por la banca tradicional.
Pero también veo otra realidad: la de un sistema que todavía no está diseñado para que esas soluciones prosperen.
En Village Capital llevamos diez años trabajando en Latinoamérica, y si algo hemos aprendido es que el talento y la innovación abundan, pero los caminos para escalar, conectar con capital o recibir apoyo estratégico son estrechos, fragmentados o están cerrados para muchos. Hay emprendedores brillantes que no logran levantar capital; el modelo exige rapidez e inmediatez. Startups con modelos sostenibles que no pueden entrar a una cadena de suministro. Mujeres fundadoras que enfrentan mayores barreras para conseguir inversión y proyectos en comunidades no urbanas que simplemente son invisibles para el ecosistema tradicional.
Para entender mejor la brecha de financiamiento de género, en 2020 Village Capital e IFC realizaron una investigación sobre el impacto de los programas de aceleración. Los resultados mostraron que dichos programas ayudan a las startups lideradas por hombres a recaudar 2.6 veces más capital que las startups lideradas por mujeres.
De acuerdo a la investigación, los inversionistas califican más bajo a las startups lideradas por mujeres en comparación con las dirigidas por hombres, incluso cuando tienen la misma calidad: al presentar propuestas idénticas, diferenciadas solo por el género de la voz que las narra, el 68.33% eligió financiar las iniciativas presentadas por una voz masculina. Además, la investigación ha demostrado que los evaluadores ajustan las características que inicialmente querían ver en un candidato exitoso para que coincidan con las características de los candidatos de su género preferido.
Emprender no es igual para todos
De acuerdo con el estudio Learning‑By‑Investing de Kauffman Foundation, solo el 7% del capital en la región llega a startups lideradas por mujeres. El 70% de los emprendedores en México no puede formalizar su negocios por no contar con los ingresos necesarios o incluso, por falta de información. Muchos emprendedores operan fuera de los grandes hubs de tecnología y se enfrentan a un entorno que premia el levantamiento de capital, no necesariamente el valor.
En este contexto, hablar de inversión de impacto no es una moda, es una necesidad.
En Village Capital creemos que las soluciones más efectivas vienen de quienes están más cerca de los problemas. Por eso hemos trabajado con más de 250 startups en 16 países de Latinoamérica, desde Tierra de Monte en Querétaro, que protege suelos agrícolas al evitar el uso de pesticidas y crea una opción sustentable, hasta PlantVerd en Brasil, que recupera áreas degradadas mediante tecnologías innovadoras que regeneran tanto ecosistemas como comunidades. Nuestro rol ha sido claro: brindar acompañamiento, conexiones, herramientas tecnológicas y acceso a financiamiento para que estas ideas no solo sobrevivan, sino escalen.
Pero no podemos hacerlo solos
El impacto real requiere una transformación estructural. Y eso solo se logra con la participación de todos los actores: gobiernos, fondos, universidades y, sobre todo, corporativos.
Las grandes empresas tienen un poder enorme. Tienen influencia en políticas públicas, capacidad de inversión, cadenas de valor globales y, sobre todo, una responsabilidad creciente frente a sus clientes, inversionistas y colaboradores. Afortunadamente, cada vez más están escuchando ese llamado. Integrar startups de impacto en sus cadenas, ofrecer incentivos para prácticas sustentables o invertir directamente en ellas no solo es una buena acción: es una decisión inteligente de negocio.
Hoy más que nunca, los consumidores están votando con sus decisiones. Y las empresas que ignoren esta tendencia pueden volverse irrelevantes.
Hacia el futuro: menos barreras, más oportunidades
Nuestro objetivo para 2030 es ambicioso: reducir las barreras al capital social y financiero para 50,000 startups a nivel global. La crisis climática, la desigualdad estructural y la transformación del trabajo nos están diciendo que no hay tiempo que perder.
Para lograrlo, necesitamos un ecosistema más colaborativo, más descentralizado y más dispuesto a repensar cómo se construye y distribuye el valor.
Después de 10 años, seguimos creyendo que Latinoamérica es un semillero de soluciones con impacto global. Pero eso solo continuará siendo posible si todos ayudamos a reconfigurar el sistema para que las buenas ideas no dependan de la suerte, sino del acceso.
Porque emprender no debería ser un privilegio. Debería ser una posibilidad real para cualquiera que quiera crear una solución ante un problema de la actualidad a su alrededor, desde donde sea que esté.