Tuve la fortuna de leer recientemente un fantástico libro de Cal Newport, un reconocido autor estadounidense y profesor asociado de informática en la Universidad de Georgetown, que se titula “Deep Work” o “Enfócate” en español.
Digo fortuna por el hecho de que me enseñó la importancia de lo que él define como trabajar a fondo, además de muchas de las maneras de lograrlo. El trabajo a fondo no es una reivindicación nostálgica, de hecho, según Newport es una destreza que tiene un inmenso valor en la vida moderna, que se rige por la economía de la información y el conocimiento.
Newport afirma algo crucial: “para seguir siendo valiosos en nuestra economía, es necesario que dominemos el arte de aprender rápidamente cosas complicadas”. A diferencia de la economía industrial que dominó la última parte del siglo XIX, y la mayor parte del siglo XX, en la actualidad son cada vez menos cotizadas las tareas de fabricación o manufactura, si bien se siguen dando, han alcanzado un punto de equilibrio y los mejores salarios se pagan ahora en el ámbito de la información.
Nosotros, los trabajadores del conocimiento, estamos perdiendo la habilidad de trabajar a fondo precisamente a causa de muchas de las herramientas de la red, pero más que por ellas en sí, es por no saberlas utilizar correctamente. Cada vez realizamos menos trabajando profundo y nos quedamos en el plano de lo superficial: enviando y recibiendo correos electrónicos, mensajes de Whatsapp, o visitando páginas a medida que las horas se nos van de la mano para no volver jamás.
En lugar de escribir un maravilloso libro de lo que sea, escribimos miles de hilos intrascendentes que no aportan al progreso personal o global. Con ello en mente, y de manera muy similar a las propuestas de trabajar menos pero trabajar mejor, Newport define el trabajo a fondo como: “actividades profesionales que se llevan a cabo en un estado de concentración desprovisto de distracciones, de tal manera que las capacidades cognitivas lleguen a su límite máximo”, todo lo cual crea valor y no puede ser replicado con facilidad.
Esta clase de trabajo se opone al trabajo superficial por principio, una clase de trabajo que implica tareas no exigentes desde el punto de vista cognitivo, que se ejecutan en medio de una miríada de distracciones. Como es de suponer, este trabajo no crea valor y es muy fácil de replicar.
Las interrupciones matan la calidad del trabajo
El autor destaca la omnipresencia que tiene el trabajo a fondo en muchas de las personas más influyentes del mundo. Esto no es una sorpresa, ya que la idea de trabajar de una manera profunda y enfocada no es nueva ni debería asombrar a la gente. Está dentro de las capacidades de nuestro sentido común entender que si te distraes, pierdes la concentración y la calidad de tu trabajo va a sufrir.
Hay estudios que muestran que cada distracción por pequeña que sea (un correo, un mensaje, un vistazo rápido a Instagram) conduce a un 40 % menos de productividad o que, después de cada distracción, tardamos hasta 20 minutos en recuperar la capacidad mental previa.
Esto es especialmente cierto para todas las personas que realizan trabajos en línea desde casa. Cuando apareció el internet y las redes sociales, la forma de trabajar de la mayoría de las personas se transformó para siempre. A partir de ahí, nos enfrentaríamos a interrupciones constantes, y la capacidad para lograr resultados sobresalientes al trabajar en un estado de superficialidad frenética no iba a funcionar nunca.
Si bien hay que reconocer que las distracciones son parte de nuestra vida cotidiana, y que muchos trabajadores del conocimiento utilizan las herramientas de las redes sociales para exponer su negocio, la mayoría de nosotros podemos volver al trabajo profundo si nos lo proponemos. Parece ser a final de cuentas una cuestión de práctica y voluntad.