Claro que al principio hay miedos, temores, dudas, y decenas de preguntas que perforan el cerebro ¿Y si no me va bien? ¿Y si fracaso? ¿Qué pasará si invierto y pierdo mi dinero? Y otras tantas más.
Es humano y lógico sentirse así. Pero nosotras las mujeres llevamos en las venas algo que se llama valor, fuerza y coraje, nosotras hemos demostrado que arriesgamos para conseguir lo que queremos.
Una pequeña muestra de esa valentía es el emprendimiento o la llamada economía emergente. Las mujeres guatemaltecas, colombianas y chilenas encabezan, hoy por hoy, la lista de las mujeres más atrevidas con las economías emergentes en etapa inicial.
Meritorio de aplaudir porque ser emprendedora en Latinoamérica es todo un reto para quienes vivimos en estas sociedades discriminatorias, competitivas y desiguales.
El reto de ser emprendedora en Latinoamérica
Un estudio de la Global Entrepreneurship Association, coloca a las mujeres de América Latina en un andamiaje donde se han logrado establecer a pesar del escaso apoyo a sus proyectos.
Y es que no podemos cerrar los ojos a la realidad. Cientos de mujeres inician un emprendimiento para sanar su economía o tener su independencia económica, y no lo hacen con miras a crecer y establecer una exitosa empresa, porque al final del camino tampoco existen mecanismos que las apoyen a desarrollar sus proyectos.
Si tan solo entre los tantos emprendimientos femeninos, los inversionistas del capital de riesgo volvieran la mirada a los emprendimientos femeninos con futuro exitoso otra historia sería, pero estudios demuestran que ese es uno de los principales obstáculos; la falta de acceso a financiamiento que muchas veces se ve afectada por prejuicios de género.
Obstáculos culturales y sociales en las emprendedoras
Siempre, pero siempre vamos a tener que luchar contra las barreras culturales y sociales, primero por ser mujer, y otras veces por ser mujer y pobre, algo que también se remarca en ciertos ámbitos empresariales.
Es una redundancia decirlo, “’pero corre y va de nuevo”, nosotras debemos tener doblemente capacidad de liderazgo, resiliencia ante los fracasos, habilidades de comunicación efectiva y visión estratégica, requisitos clave para triunfar en cualquier negocio que se emprenda.
Pero también las mujeres por situaciones culturales y patriarcales muchas veces no nos la creemos y no creamos un emprendimiento con miras a largo plazo, eso nos afecta y nos invisibiliza.
Y si a ello le agregamos el acceso limitado a capital, una escasa red de apoyo insuficiente y la desigualdad en la carga de trabajo doméstico, se torna un panorama más complejo que no termina de dejar que florezca el liderazgo femenino.
Mujeres inspiradoras que rompen barreras
Hay mujeres, sin embargo, que están superando estos desafíos a través de la capacitación y la colaboración entre ellas, demostrando que la unión y el apoyo mutuo son claves para el éxito.
Considero que es imperativo proyectar a mujeres inspiradoras que comenzaron desde abajo en un siglo diferente como Mary Kay quien empezó su negocio con cinco productos y hoy tiene 3.5 millones de consultoras de belleza y más de 200 productos de primera calidad en 35 países del mundo.
Más cerca a este siglo, Melanie Perkins, cofundadora de Canva, que demuestra cómo las mujeres emprendedoras pueden romper moldes y lograr un impacto global en sus sectores. Ella creó una plataforma de diseño y comunicación visual para que todo el mundo pudiera diseñar lo que quisiera sin tanta complicación tecnológica.
Así que las mujeres seguimos siendo las de las iniciativas, las del riesgo, las que nos cuesta el doble sobresalir, las que estamos rompiendo barreras con nuestras ideas, creatividad, conocimientos y capacidades. Y estar entre las mujeres más emprendedoras en el mundo demuestra que obstáculos hay, pero no son tan difíciles de vencer como parece.