La previsibilidad

En la vida, la previsibilidad quizá puede ser aburrida, tediosa. Pero, en la política, es un valor democrático extraordinario. Cuando subimos a un tren, saber que el guardavía estará en el lugar y momento adecuados para garantizar el trayecto es un poderoso argumento para llevar a cabo nuestro viaje. La certeza y su proyección en el tiempo (que es la previsibilidad) son elementos esenciales de la cultura democrática. Y no me refiero solo a su eficacia y eficiencia para el correcto funcionamiento de los servicios públicos o de una infraestructura, por ejemplo. Se trata de la seguridad psicológica que ofrece y su efecto garantista en la percepción de la ciudadanía.

Algunos liderazgos políticos ignoran esta cuestión central: la previsibilidad es un triple antídoto frente a la arbitrariedad, la improvisación, la incertidumbre. Saber que un servicio público será desarrollado en tiempo y forma, así como sin privilegios, discrecionalidades o sorpresas, garantiza y consolida la idea de la democracia como proveedora de servicios justos.

Además, la previsibilidad exige planes, procesos, recursos y responsabilidades que permiten programar y atender necesidades y demandas. La tensión entre urgencias y disponibilidades solo puede resolverse de manera aceptable y tolerable con la previsibilidad de que, las primeras, serán atendidas. Y, finalmente, ofrece un suelo con pilares de certezas sobre el que construir las paredes del interés general y el techo del bien común. Ser previsible es, en política, una garantía democrática, ya que permite construir vínculos de confianza, asegura la rendición de cuentas y posibilita, finalmente, la evaluación y la sanción electoral, si fuera el caso.

En este punto, es inevitable la duda: ¿Se puede ser previsible en un mundo desbocado, desordenado y desorientado? No es fácil, pero hay que trabajar por ello como objetivo. Es urgente que la política ofrezca la mayor percepción de previsibilidad posible, dentro de estos escenarios en crisis tan inestables e inseguros. Y eso conlleva, además, grados de consenso amplios para establecer escenarios compartidos con los rivales y adversarios políticos. O la democracia es previsible o el autoritarismo ofrecerá lo que demandan nuestras sociedades: seguridad, aun a costa de la libertad.

Publicado en: La Vanguardia (9.02.2023)

Síguenos

Recientes

Populares

Eventos

También te puede interesar...

2024: el año que (idealmente) tocaremos fondo

Aunque todos esperábamos que el 2023 fuera un punto de inflexión para los ecosistemas de emprendimiento en LATAM, todo parece indicar que tendremos que...

¿Por qué invertir en startups?

Les comparto 5 motivos por los cuales considero que es una buena idea invertir en este tipo de empresas:🚨Les recomiendo que lean hasta el...

Claudia Buch está preocupada

Todos lo estamos. Pero las preocupaciones de la señora Buch nos deberían preocupar aún más. Después de todo, esta alta funcionaria del Banco Central...

El riesgo latinoamericano

Este 2024 será, sin dudas, un año desafiante para la región. Más de una de cada cuatro personas elegirá presidente o presidenta en seis...