Nicaragua, uno de los países centroamericanos con más potencial para atraer inversión, ha sido uno de los más afectados en 2021. Esto se debe a varios factores, entre ellos el choque externo de la pandemia, pero sobre todo, un clima social y político represivo e incierto.
A pesar de que el país cuenta con importantes recursos económicos y una geografía ecológicamente diversa, los inversionistas son constantemente puestos sobre alerta con relación a invertir en Nicaragua bajo el gobierno autoritario del presidente Daniel Ortega.
Una imagen política negativa priva a Nicaragua de potenciar una industria de valiosos productos que incluyen café, carne de res, azúcar, o maní, pero también reservas de oro y otros minerales muy valiosos.
Si bien el contexto mundial es de atasco en las cadenas productivas, alta inflación, y un descenso en la inversión extranjera directa (IED), la reducción más grave la ha registrado América Latina y el Caribe como bloque, con una caída de 7,2% al 1,2%, pero dentro de la subregión, es Nicaragua el más damnificado.
En 2020 y lo que va de 2021, Nicaragua recibió un promedio de 182 millones de dólares de inversión extranjera directa, lo que representa una caída del 64% con respecto a 2019. La mayor parte corresponde a reinversiones de utilidades con un 44%, y aportes de capital con un 40%.
El grueso de las inversiones se concentran en los sectores de la manufactura y los servicios, así como también en los sectores extractivos y energéticos. En este contexto, destaca New Fortress Energy LLC, empresa estadounidense que realizará un proyecto de inversión por 700 millones de dólares para la construcción de una planta generadora de energía a base de gas natural, que espera proporcionar 2,2 millones de MWh de energía por año a la matriz energética del país.
Según el Fondo Monetario Internacional, la economía de Nicaragua se contrajo 3.8% en 2018, 5.8% en 2019, y aproximadamente 3.5% en 2020. A pesar del descenso en la IED y la contracción de su PIB, el Banco Mundial espera que la economía nicaragüense crezca 0.9% al finalizar 2021, mientras se recupera de la pandemia.
Las normas y regulaciones ahogan la inversión extranjera directa en Nicaragua
Uno de los principales obstáculos para la inversión, que es consecuencia directa del clima político represivo, es que aún existen ciertas leyes y prácticas locales que perjudican a los inversores extranjeros. En ese sentido, si se desea invertir en Nicaragua las conexiones locales con el gobierno serían vitales para lograrlo.
De lo contrario, es común que las autoridades reguladoras actúen de forma arbitraria y, a menudo favorezcan a un competidor sobre otro en función de la relación que han establecido con él. Dentro de ese confuso contexto hay una vía interesante para el flujo de capital, siendo uno de los sectores en los que hay menos regulación y control: el digital.
Hay datos limitados sobre el uso de internet en Nicaragua, pero en general, se estima que alrededor del 41.7% de la población se conecta con regularidad, aunque la banda ancha representa solo cerca del 15% de las suscripciones vigentes a internet. En ese contexto, las inversiones extranjeras para impulsar el periodismo digital se desarrollan a un ritmo acelerado, siendo uno de los atractivos por su potencial de monetización.
La economía de Nicaragua todavía tiene un arco de crecimiento significativo si se superan los desafíos institucionales y se restaura la confianza de los inversores. Sus ventajas de cara al futuro están claras: fácil acceso a las principales rutas marítimas, amplios recursos naturales, un sector agrícola bien desarrollado, y un sector privado altamente organizado que sí está comprometido con una economía libre.
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